La miel de las flores

 “La muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros no somos." 

Antonio Machado




Mi corazón está muy agitado, no se puede controlar. Esta mañana desperté con esta sensación desesperada. Estoy muy nervioso, la ansiedad me invade, quiero cabalgar por la pradera del campo, pero mis brazos se agitan de forma descontrolada.

    La oscuridad se terminó en cuestión de segundos, es una luz tenue y cegadora la que me abraza.

    Muchas flores adornan el paisaje, fragancias de colores, puedo reconocer el olor de la colina, el verde de las hojas del campo recién movidas por el aire, el fresco aroma que da vida cuando respiras.

    Hoy no probé un bocado, el dolor del brazo me impedía ser quien soy. El estómago me regaña, pide alimento. El instinto me lleva a probar los geranios rosados, ¡se ven tan suculentos! ¿Qué me sucede? No puedo detenerme, ser vegetariano nunca fue mi elección, pero esta miel es tan deliciosa.

    −Lindo color el de tu traje, me dice un curioso habitante ¿traje? Me asombro al escucharlo, yo no me he puesto un traje nunca en mi vida, pienso.

    −El color verde te va bien, vuelve a decir el imprudente, pero que tipo tan raro murmullo.

    Lo ignoro y sigo comiendo el manjar que encontré. 

    −¿Sabes que haces aquí? Volvió a preguntar el de vestimenta naranja

    Muevo mi cabeza en señal de respuesta, sin dejar de beber la deliciosa miel.

    Ve diles a los tuyos que estas bien, alégrales la mañana y la tarde con tu canto, descansa de tu ajetreado vuelo, tu corazón no se volverá a detener, permiteles observarte, escucha sus comentarios, pero no dejes de volar, ahora eres un colibrí. Te acostumbraras, a mí me llevó meses aceptar mi nuevo yo, no sabía qué hacía en este cuerpo tan pequeño, pero entendí y ahora lo disfruto, solo voy a diario al jardín a comer de la miel de las Ixoras de mi madre y ella se siente bien, sabe que soy yo ¿cómo? No lo sé, pero ambos lo sentimos, ella ya no llora, sonríe cada vez que me ve.

    ¿¡vuelo?!, ¡sí! ¡Es verdad!, ahora entiendo, mi corazón se detuvo al compás del tiempo.

    No cabalgaré más en las praderas, ahora mis brazos son alas, no podré abrazarlos más, pero a diario dejaré mis besos en la miel de las flores de nuestro jardín. 

    
Todo está bien, es maravilloso ahora poder volar.

Con cariño para mi suegro, que al inicio del otoño decidió partir.

Gracias por tanto.


Autora: Betty Solís 

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