Ahogada no moriré

Río Carrizal

Si algo he aprendido en mis largos años de vida es a tener un profundo respeto por la naturaleza, en especial por los cuerpos de agua; sin embargo, por la experiencia vivida asumo que ahogada no  moriré. Los invito a descubrir porque esta afirmación tan temeraria:

    Aquí les comparto este primer relato de tres incidentes ocurridos en mi juventud:

    Sucedió a orillas del Río Carrizal en Villahermosa, Tabasco. Tenía 12 años, no sabía nadar pero me animé al ir al río con 2 amigas a bañarnos en un día caluroso; eran tiempos simples y tranquilos en los que solo nos limitábamos a disfrutar del momento.

    Al cabo de unas horas de disfrutar del agua quedamos separadas en el río, como formando una hilera: una chica en tierra, yo dentro del agua, cerca de la orilla y la tercera en medio del río. De repente, me di cuenta de que se estaba ahogando, como pude nadé hacia ella e intenté salvarla, en su desesperación por sobrevivir, enredó su brazo alrededor de mi cuello, por un instante entré en pánico y me desorienté, hasta el día de hoy no sé cómo zafé mi cuello de su brazo y volví a nadar. Por lo aturdida que estaba, lo hice hacia el lado incorrecto justo al medio del río.

    Mientras tanto, la chica que quedó en tierra pidió ayuda y rápido llegaron nuestros papás en un cayuco (1), pronto sacaron a la que se ahogaba, sin embargo yo seguía nadando desesperada hacia el centro del río. De repente, escuché a mi padre gritar mi nombre con tal angustia, que me detuve y grité para que pudieran acercarse a rescatarme.

    Después de eso, recuerdo estar sanas y salvas en la casa, pero no cómo nos llevaron, ni siquiera recuerdo si nuestras madres se enteraron.

    Pronto les contaré la siguiente anécdota...

Alicia López








(1) Embarcación de una pieza, más pequeña que la canoa, con el fondo plano y sin quilla, que se gobierna y mueve con el canalete. 

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