Paternidad
Patricio consiguió trabajo, gracias al invaluable apoyo de Danna: búsqueda de ofertas, solicitudes enviadas, contactos, y gestiones diversas; como él está a punto de terminar la escuela y ella apenas a la mitad, decidieron que lo más conveniente era concentrar los esfuerzos en él.
Ahora aprovechan el ingreso para pasarla bien y
ahorrar una parte para seguir con sus planes profesionales; Danna es la
encargada de distribuir el ingreso; ambos están conformes con ese acuerdo
porque es más organizada y aligera las responsabilidades de él.
Después de dos años de relación recibieron con más
alegría que estupor la noticia de un embarazo no planeado. Acordaron que
Patricio, aunque ya había terminado la escuela con buenas expectativas,
continuaría con el medio tiempo para quedarse a cargo del bebé.
Su suegra y su mamá ofrecieron apoyarlo, argumentando
que debía crecer laboralmente, porque era el hombre de la casa; su jefe
insistió en que perdía una oportunidad inigualable, después será tarde, lo laboral no perdona Patricio, no entiende de
razones sentimentales, le repitió el día que le informó que no aceptaría
ese ascenso por el momento. Sin embargo, el futuro papá se mostró dispuesto a
asumir la crianza del niño como una aventura.
Quizá, debido a esta actitud, Patricio descubrió un
mundo desconocido para él: en un primer momento se enteró del uso del canguro
para crear vínculos y estimular el desarrollo del niño, así que Emilio y él
hacían todo juntos; en cuanto llegaba del trabajo le gustaba colocarlo ahí y con
cada risa o asombro del bebé experimentaba un sentimiento desconocido hasta ese
momento para él.
Cuando comenzó a caminar le comentó a Danna que era
conveniente deshacerse de la carriola en los meses siguientes para motivar que
Emilio conociera el mundo a través de todos los sentidos. Ella sonrió y afirmó,
estás embobado, eres un excelente papá;
tal vez ya es momento de buscar guardería ¿no crees? Antes de que pase más
tiempo.
De inmediato le respondió ahí lo obligarán al cambio de pañal y hay que esperar a que brinque en
dos pies, ya falta poco. ¿Estás de acuerdo? Le desagradó ver en la cara de Danna la misma
sonrisa condescendiente con la que solía toparse cuando intentaba hablar de
estos temas con sus pares.
A meses de terminar la carrera el desempeño de Danna
le valió la recomendación de un maestro para un trabajo con un sueldo
envidiable. Cuando le compartió la noticia recordó aquellas tardes de hace
apenas un año que ahora parecían tan lejanas, resplandecía mientras se
contorsionaba con ternura y cubría su boca con besos para evitar que los ruidos
despertaran al bebé.
Patricio la sintió tan contenta que aprovechó la situación para plantear
algo que ya se fraguaba en su mente, pero hasta ese momento comprendió del todo;
estaba seguro de que Danna aceptaría, era la mejor decisión. Él se quedaría a
cargo de los hijos, de este y los que vinieron después, porque ambos sabían que
Emilio necesitaba un hermanito; seguiría con el medio tiempo, a cargo de la
casa con el sueldo de Danna ya no hacían falta mayores ingresos.
En realidad, desde hace tiempo entendió que Danna era
mucho más ambiciosa que él y no quería coartar de ninguna manera sus deseos, le
parecía un acuerdo justo; ahora le tocaba a él ser el señor de…
No esperaba esa reacción de su pareja: ¿Pretendes que me vuelva a embarazar? ¿Sabes
lo que eso le haría a mi carrera? No ves que estoy iniciando. No creí que
resultaras un mediocre.
Mi comentario consiste en felicitar a la autora, mi amiga Carla, por esta historia.
ResponderBorrarMuchas gracias Durand, un gusto ser leída por ti.
Borrar