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Mostrando las entradas de julio, 2022

Coincidir

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“Una Mirada de Amor Puro... Llega más al Corazón que cualquier Palabra”   I Desde hace algunos días estoy aquí tras los matorrales, tengo miedo, no conozco a nadie y mi estómago hace ruidos. Todo estaba muy bien, no sé qué sucedió. ¡Deveritas que no hice nada! Éramos seis, mamá se quedó, no pudo venir conmigo, tampoco fue con mis hermanos. Creo que yo fui la última en verla. Ayer tuve suerte pues encontré un poco de comida. Tengo temor de salir, a veces me acerco a saludar a los niños, pero luego sus papás me suelen golpear y eso me asusta, hoy no saldré. Desde aquí puedo apreciar a un chico que lee un libro, está muy concentrado y eso llama mi atención, trae una gorra roja. Por momentos su mirada parece perdida, quiero salir a abrazarlo, pero no me atrevo, despide ese olor triste... como yo. Las noches suelen ser muy frescas, como no hay gente merodeando, puedo ir a pasear. Me gusta recoger las galletas que dejan olvidadas en el arenero. Pienso que estoy en un buen sitio, ¡mejor que d

Ahogada no moriré

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Río Carrizal Si algo he aprendido en mis largos años de vida es a tener un profundo respeto por la naturaleza, en especial por los cuerpos de agua; sin embargo, por la experiencia vivida asumo que ahogada no  moriré. Los invito a descubrir porque esta afirmación tan temeraria:      Aquí les comparto este primer relato de tres incidentes ocurridos en mi juventud:      Sucedió a orillas del Río Carrizal en Villahermosa, Tabasco. Tenía 12 años, no sabía nadar pero me animé al ir  al río con 2 amigas a bañarnos en un día caluroso; eran tiempos simples y tranquilos en los que solo nos limitábamos a disfrutar del momento.      Al cabo de unas horas de disfrutar del agua quedamos separadas en el río, como formando una hilera: una chica en tierra, yo dentro del agua, cerca de la orilla y la tercera en medio del río. De repente, me di cuenta de que se estaba ahogando, como pude nadé hacia ella e intenté salvarla, en su desesperación por sobrevivir, enredó su brazo alrededor de mi cuello, por un

De una tarde taciturna

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Me remito hoy a la memoria aún clara de una tarde perfumada a Huele de noche, al silencio acentuado por el golpeteo claro, inaudible y llano de unas alas, y al calor sinestésico que de nuevo experimento ante el recuerdo de la luz naranja del alumbrado público que nos robó el nuevo siglo y sus administraciones sintéticas; ultrajadoras de la luna, ladronas del sueño y de la noche, con sus luces antinaturalmente blancas, lastimosa e insoportablemente blancas.      Fue un instante efímero y escurridizo ante mis intentos —siempre vanos— de esquematización silogística, matemática y temporal.      Comenzó con el fin de la película que renté para superar la tarde aburrida de verano que se avecinaba cada mañana desde hace un mes, dos meses, quién sabe cuántos días, quién sabe cuántas veces. Cercano ya el final del filme, me quedé quieto espectando y esperando el último corte de cámara, ahora el título que coronaba la obra, ahora una canción, ahora el inicio de los créditos. Uno, dos, tres, cuat

Fin de un amor

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  La vecindad desnuda de color y ornamentos ostenta su pobreza con botellas y bolsas de basura que los vecinos arrojan sin disimulo; con puertas de madera carcomidas por el inmisericorde paso de los años; con sus pisos de variado cemento; las latas cercenadas que hacen de macetas. Hoy, por respeto, los tendederos lucen vacíos alrededor del cajón de madera para el cuerpo de Manuel. Los cuchicheos cuentan la historia: lo encontraron tirado al lado de la moto, con todo y contenedor en la espalda… Al menos la pobre mujer no tendrá que pagar el resto de las letras… Parece una burla, primero el hijo y ahora este güey… Lo cercanos se sorprenden por su indiferencia. Desde el inicio del velorio Areli se sentó lejos del ataúd. Atenta en solitario a las puntas raspadas de sus zapatos. Levanta la vista para recibir el pésame sin responder a los elogios que hacen del que fuera su pareja en los últimos veinte años. Habían evidenciado su amor: se les veía tomados de la mano y así los recuerdan en

Visita Hospitalaria

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  Estar en un hospital, es encontrarse solitario en aquel paraje, donde ves pasar a seres desencajados y sonámbulos, quienes te miran ausentes con sus facciones deformadas por el dolor infrahumano que les aqueja, y los obliga a permanecer en aquellas salas frías e inhóspitas. Algunos están postrados en la cama por donde otros han pasado, ya no alcanzan a quejarse por falta de fuerzas en su ánimo. Otros, deambulan por la noche arrastrando los pies, jalando su pesada carga de pendientes no resueltos en aquel tripié, donde cuelga el suero. ¡Verdaderamente es el limbo! El limbo de la biblia. Es aquí donde te enfrentas al escalofriante pánico más oculto de tu ser: ver de cerca la muerte. Uriel nació en un domingo, se sentía muy a gusto en el útero de Enriqueta y se resistía a ver la luz, al escuchar la voz de su mamá llamándolo a sus brazos, decidió salir vacilante a la luz de la luna para ver y escudriñar el mundo. La ignorancia de su mamá al manipular la perilla para sacarle sus f