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Mostrando las entradas de mayo, 2022

Con los cuatro

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  Sería un día normal. La sorpresa vino con los niños, sus tareas por hacer, la comida retrasada, interrupciones del móvil, la vecina, paquetería, el perro que decidió untarse una mascarilla corporal de lodo y entrar a la casa. Comenzaba a agobiarme. ─Tiiia men, men ¿Me pueles ablil la puelta? Unos ojos grandes, castaño obscuro y muy expresivos se asomaron por la entrada de la cocina. Me tomó con su mano y me llevó a la recamará de visitas. Por el resquicio de la puerta vi una sombra moverse y alcancé a escuchar un ¡sh! callando unas risas nerviosas. Abrí la puerta. La niña entró y saltó la voz de su hermana mayor. ─ ¡No Kya!¡No queremos jugar contigo! ─¡Es cierto Kya! No queremos. ─Contestaron los dos primos saliendo de su escondite. Pregunté qué pasaba. Contestaron todos a la vez. El tono alto me irritó. ¡Por Dios como me dolía la cabeza! Debí preguntar a uno por uno y por separado. Así como lo hacen en los interrogatorios al investigar casos de asesinatos.  Volví a preguntar.

La broma

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Los ojos de la vecindad no daban crédito a los hechos: jamás imaginaron que a sus vecinos les sucediera semejante atrocidad. Hubo gritos antes de que sujetaran a Uberto Suárez y lo sacaran entre cuatro policías enrollado entre cobijas, dicen que mordió a dos antes de caer de bruces al intentar trepar por la pared. El hilo de sangre que escurría del cuerpo de su esposa Valentina, cubierto con una sábana blanca, se perdió al subirlo a la ambulancia. Sus mentes no lograban engarzar los hechos. El señor Suarez era muy bromista y no perdía oportunidad de divertirse a costa de su esposa: compraba ratones, pistolitas eléctricas, goma de mascar con chile y cuanta cosa encontrara en el mercado de sonora. En una ocasión, le echó a la bebida una cucaracha de plástico encerrada en un cubo de hielo; ella pegó un salto y le aventó el vaso. Le rogó que lo perdonara, recordándole que era parte de su. Ella se limitó a mirarlo con severidad, seguro en ese momento maquinaba su venganza. Uberto lo p

Prioridades

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Mariana salió de la oficina con los sentimientos hechos un nudo, le avisaron que su tía había recaído por una antigua afección pulmonar, su jefe le llamó la atención por no incluir una factura en el reporte mensual, y Manuel le canceló por tercera vez la cita que tenían.             Cruzó la calle que separaba la empresa de un parque. Había llovido, el frío y la humedad, hacía más deprimente su ánimo maltrecho, en vez de caminar por la acera hasta la esquina para tomar su transporte, como lo hacía normalmente, decidió cruzar el parque, caminaba sin prisa, casi arrastrando los pies. Recorrió el sendero con bancas de hierro en las márgenes, hasta llegar a una pequeña rotonda.             Recostado junto a un árbol la miró pasar, cuando ella avanzó unos metros, se puso de pie y la siguió a cierta distancia, hasta que se sentó en una de las bancas, sacó un libro y comenzó a leer, unos minutos después sonó su celular, al momento de contestar levanto la vista y descubrió a su observador:

Larvae

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El tono ambarino de mi rostro debajo de esas extrañas pecas y el persistente aroma frutal que se activaba con cada movimiento fueron las primeras señales.      En la visita al consultorio lo recordé: ¡Mi almuerzo incluía una guayaba! Con seguridad comí un gusanito imperceptible por ser idéntico al interior de la fruta. El doctor me mandó a casa con un par de aspirinas.      Mi jefe ya había sido advertido por el servicio médico, no dejó siquiera que emitiera palabra y me sacó por la puerta trasera del colegio:      —¡Profesora! ¡Qué barbaridad! ¡Los niños no pueden verla así!      En casa tuve fiebre, tomé las tabletas y delirante, soñé que los niños cantaban:      —La Maestra es un gusaaano, ¡La maestraesungusaaaano!,      Un gusano + un gusano son= la miss y su novio,      Una guayaba y ½ gusano son: ¡Elalmuerzodelaprofesora!,      A la pesadilla se sumó el director sacándome de la escuela con unas pinzas, mientras gritaba:      —Maestra, está despedida.      Otra incorporación a mis