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Mostrando las entradas de enero, 2022

Positivos y negativos

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Recuerdo perfecto ese día, en 1980, cuando hacía mi examen semestral de mate I, con mi profesor y actual amigo Carlos Arteaga Carmona. Nos sentaba dándonos la espalda unos con otros y asignaba 3 tipos diferentes de examen. Así que, y menos en mate. ¡Podías copiar! Le pregunté a mi mejor amiga Gloria, que estaba a un lado mío: —¿Más por más? — Más, me respondió —¿Menos por más? — Menos, signos iguales se suman, contrarios se restan. Se convirtió en regla de vida, lo que me abrió los ojos al mundo de las matemáticas. A partir de ese día me cayeron todos los veintes e hice mi pasión: resolver los problemas más complejos. El Baldor fue “mis primeras letras”, la serie Schaum mis libros con mil ejercicios de cabecera. Jamás imaginé el impacto en mi persona y vida esa regla entre signos positivos y negativos. Conocer los números imaginarios, los complejos, los racionales, irracionales, los finitos, infinitos. ¡Qué buen juego! Cambiando de ambiente, desde esa época y a la fecha exis

La Navidad de la Abuela

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Señorita no puedo comer, lo que pasa es que no tengo dientes. Sí, ya sé que en el cajón del buró está mi dentadura, pero no la voy a sacar y ahorita le voy a decir por qué. Me dijeron que usted viene como voluntaria; ojalá no le guste el chisme, porque de cualquier manera no espere que hable mal de mi vecina, sus razones tuvo para dejarme aquí. En esta casa me tratan bien, convivo con gente vieja como yo y ahí la llevo, ratitos a pie y ratitos andando, voy pasando el día a día…sí, sí extraño a mi familia, no le voy a decir que no, pero pues mire, siempre me esforcé porque a mis hijos les crecieran las alas y ahora no me voy a azorar de que echaran a volar y cada uno agarrara su rumbo. Sólo mi vecina viene de vez en cuando y me trae noticias de mis dos hijos y mis nietos que viven en San Francisco. Fíjese que …señorita… No se vaya, mire, le voy a contar. ¡Ah! Eso le iba a decir. No, no está rota, ni chueca. ¡Que esperanzas! Fíjese que dentaduras tuve varias, una me sacó ampollas. ¡Y la

Noche de Reyes

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Los niños del colegio están entusiasmados porque elaborarán su carta para los reyes magos.  Salen de ver una película, donde aprendieron que lo más valioso e importante para estos sabios es que los niños elaboren la cartita con sus propias palabras y sentires; con dibujos hechos por ellos mismos. Durante el recreo, cada grupo de amigos comparte sus deseos y preferencias de juegos. Frida desde su lugar, los observa y escucha. No opina, ella solo añora que llegue la noche porque recibirá aquella muñeca de cuando su mamá era niña, la que abrazaba en la foto familiar. Sabe que el secreto está en la carta dentro de su zapato, pero no en cualquiera esta vez la colocó en el primero que tuvo.  De madrugada con un poco de dificultad Frida se levanta de la cama. Con tranquilidad abre su obsequio. Al tenerla entre sus manos, se sienta en la mecedora para arrullar a su muñeca y desde ahí contempla la foto de su madre.  Sus arrugas se suavizan mientras acaricia aquel recuerdo, cierra los ojos y con

Obsequio

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Las curvas de la pelota se marcan con suavidad en la tierra apisonada mientras patea la reluciente circunferencia de hexágonos negros y blancos. Cuando recuerda la anotación de un gol mira las tres estrellas que surcan el cielo y pregunta ¿Dónde estará?  El lugar al que lo llevaron después de que su padre desapareciera, no es peor que donde vivía: tres comidas al día, otros niños igual que él y personas que los cuidan; hay una galera donde duermen arrullados por el crujir de los camastros. Ni tan peor, ni tan mejor: Siquiera aquí su ropa la lavan con frecuencia. Hoy, mientras observa a las señoras emperifolladas, que sin hacer caso de nadie, reparten juguetes, comprende que a ese sentimiento que lo acompaña lo llaman orfandad. Así que sí, él es un huérfano.  Al recibir un carrito de bomberos y galletas, entiende que su papá realmente se ha marchado: los hombres montados en elefantes, caballos o camellos no le dejaron el balón porque solo su padre sabía del deseo escondido en su zapato

Pasos

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Cada uno era más lento que el anterior, logró dar los últimos arrastrando los pies. El peso de los meses se había acumulado en su espalda curvada. Notó en la orilla al maldecido ¿Estaba ahí desde que él llegó? Seguramente. Aun advirtiendo su presencia era casi imposible distinguirlo, estaba hundido con la intención de hacerse invisible. Incluso bajó los ojos cuando intercambiaron miradas. Recordó que suplirlo fue horrible, su antecesor rompió cualquier tradición existente, fue vilipendiado hasta el último día de su existencia… incluso después. Ese pensamiento le ayudó a sobrellevar su pena. De alguna forma, no era el más aborrecido. Sonó la primer campanada, vieron emerger de entre las doradas arenas del tiempo al sucesor. Segundo repiqueteo . Vieron que era radiante, bello y ¡Muy joven! Tercer campaneo, recordaron que alguna vez fueron así... Cuarto, se deslumbraron al contemplar el poder del naciente . Quinto campanillazo, la incertidumbre sobre el destino del mara