El cuarto sabio

 


“No está en las estrellas

 mantener nuestro destino

Sino en nosotros mismos”

William Shakespeare

 

I

 

Repartieron los cuatro individuos la carga en cada transporte personal. Cuando realizaban sus recorridos por esos lugares, llevaban lo más importante para la supervivencia por si se perdían durante el trayecto.

Ahora, tienen un camino largo por recorrer, donde habrá tormentas y dunas de arena; mares de tierra entre valles de rocas, planicies, también encontrarán   valles secos y los salares.

Los cuatro recibieron el mismo mensaje codificado. De inmediato se pusieron a trabajar para cumplir al pie de la letra la orden de trasladarse al lugar donde había nacido el nuevo Rey.

En poco tiempo prepararon el viaje con víveres, ropa y regalos. Incluyeron todo lo necesario para el largo recorrido que tenían por delante, ya que ignoraban el destino final, y éste parecía incierto porque sólo serían guiados por esa gran estrella.

El mensaje decía que cuando ya no se moviera la estrella, ahí estaba el lugar donde vivía el recién nacido.

Esa noche salieron los cuatro en caravana, solo iban guiados por la estrella luminosa.

Años llevaban interpretando las constelaciones con todos sus misterios, solo unos sabios como ellos, entendían estos mensajes.

Eran reconocidos por los habitantes del lugar, porque se beneficiaban al resolverles los eventos que sucedían en la vida cotidiana, regalando sus consejos valiosos, resultado de ese descifrar del cielo.

Los Sabios daban consejos a los agricultores, orientando sobre qué sembrar, cuándo y en dónde, así también en la ganadería, les recomendaban qué especie era más afín de acuerdo con el clima y terreno y, por último, también interpretaban los sueños. En estas tierras áridas, ellos, eran famosos por sus acertadas deducciones y consejos.

Llevaban días con sus noches viajando siguiendo a la estrella. Al llegar a un valle de rocas se encontraron en la encrucijada porque la estrella se había detenido y no avanzaba, entonces, cada uno emitió su veredicto, el final quedó dividido y la decisión para qué camino se debería continuar fue de tres a uno.

Sin más cuestionamientos el cuarto sabio confiado en que había escogido el camino que lo llevaría a su destino, decidió separarse del grupo para seguir a su instinto. Los otros tres, también seguros continuaron su marcha en busca del nuevo rey.

II

El cuarto sabio, se alejó en sentido contrario, para encontrar al recién nacido.


Caminó por la estepa varios días, al final se encontró un jardín repleto de niños que jugaban alegres. Le sorprendió sus diferentes tonos de piel y la palidez en todos. Fue hasta entonces que se convenció que había llegado a su destino.

Cuando los niños lo vieron, corrieron y cada uno tomó su sillita para sentarse. El reflejo del sol le permitió distinguir la languidez de sus caritas. Algunos llevaban un frasco colgado, del que salía un líquido que pasaba a sus venas.

Todos los niños levantaron sus delgados brazos y aplaudieron.

Entonces el sabio conmovido gritó:

"Ya llegó el mago y también hago acrobacias"

Eva Monroy


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