¡Cuac!
Hice mi
ejercicio, baño de agua fría y caliente, meditación, desayuno según la dieta
del día dejé ordenada la casa, nada a profundidad solo lo que tiré, algunas
llamadas telefónicas, ver las noticias del día, darle de comer al perro,
sacarlo para el baño…
En el
parque dejé libre a Merlín, olfatear todo era su pasatiempo. Mi mirada lo
cuidaba y al mismo tiempo recorría toda el área. Un columpio llamó mi atención.
Se mecía con gran fuerza, adelante y atrás, adelante y atrás, daba la impresión
de que se iba a voltear. Mis pies apresuraron el paso, era una niña como de 6
años, con una sonrisa de oreja a oreja, lucía algo despeinada y un poco roja.
En cuanto me vio, grito: “¡QUIERO LLEGAR MAS ALTO!”
─¡Ten
cuidado, te puedes caer! ─respondí inmediatamente y algo asustada.
─No te
preocupes, me sé agarrar muy bien ¡Mejor ayúdame y empuja!
No sé por
qué no puse objeciones. La empujé de atrás y a cada toque decía:
─Sol, Luna,
Mercurio, Venus, Tierra… ─Escucharla me parecía extraño, conocido. Sonreí, me
divertía verla, contagiaba su entusiasmo. Adelante y atrás.─ ¡Plutón!
─dijo al toque y dio un salto cuando la trayectoria del columpio estaba por
llegar arriba.─ ¡GERÓNIMOOO! ─gritó en el aire. Calló con los pies y las manos.
Me asusté por un segundo, el salto fue impresionante pero muy riesgoso.
─¿Estás
bien? ─me escuché preguntarle
─Claro. No
tienes por qué tener miedo. Yo no tengo miedo a caer. Y si me caigo me levanto.
¡Pan comido!¡Cuac! ─Y salió corriendo. Quedé con la boca abierta.
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Isis Mendoza |
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