Al niño se lo regalaron


Eva Monroy         


Cada uno cree saber cómo suplir sus ausencias.                                                                    

 

I

 

               Sagrario tenía 28 años cuando su novio Francisco -después de tres años de noviazgo y a punto de casarse-, decidió romper la relación. Los motivos no se conocieron, solo se llegó a saber que era por la esterilidad de uno de los dos, sin precisar el nombre.

La noticia se regó como pólvora por todo Colutla, Guerrero. Fue un suceso acontecido en el siglo pasado y llegó a ser la noticia del momento. Las voces relacionan el hecho cuando a Miguel Alemán le faltaban dos años para terminar su mandato como presidente de México.

Sagrario dejó de comer alimentos sólidos. Solo aceptaba líquidos, porque decía que lo sólido le provocaba náuseas y vómitos. Dormía mucho. Se la pasaba llorando día y noche. Cuando se cansaba de llorar, dormía. Los padres, preocupados, le dijeron que tenía una semana para pensar y decidir lo que iba a hacer con su vida.  

La gente del pueblo no dejaba de comentar la ruptura de Sagrario y Francisco. Las murmuraciones y los chismes llegaron a tal grado, que Sagrario decidió no salir de su casa en lo que le restaba de vida. No se le quitaba de la mente que para el pueblo, ella siempre sería una mujer abandonada, a la que dejaron vestida y alborotada; una despreciada… En su interior, negaba que estos pensamientos la acompañaran de por vida.

Pasó un mes. En la mañana de un lunes, Sagrario se levantó muy temprano, se arregló, tomó su alimento y se dirigió a sus papás con una maleta que llevaba arrastrando. Les dijo que había decidido largarse del pueblo, poner distancia., porque si se quedaba, presentía que algo peor le pasaría. Había llegado el momento de ponerle fin a esta mala racha.

Los padres le preguntaron a dónde iría, ya que no tenían familiares en ningún lado fuera de Colutla. Ella les contestó que su rumbo era desconocido

Con una maleta llena de esperanza y una mente hambrienta por conocer más allá de Colutla, Sagrario abandona decidida el pueblo, a pesar de las súplicas de sus padres para que se quedara.

II

Pasaron dos años...

Sagrario regresa al pueblo con un bebé en brazos. Su apariencia había cambiado. Se quitó las trenzas y lucía un corte de cabello a la altura de los hombros; bajó diez kilos, lo que la hacía ver con rasgos más finos; sus ojos color miel se veían más grandes y sonreía más. El niño, de nueve meses, se llamaba Pedro; su acta de nacimiento tenía los dos apellidos de ella. 

En el pueblo, las especulaciones sobre Sagrario y su hijo, se esparcieron rápido y cada día aumentaban las versiones respecto al niño y al posible padre. 

En este pueblo, de buenas costumbres, cuando una mujer tiene un hijo sin casarse, se dice que “el niño se lo regalaron”.Lo dicen para no remarcar que es madre soltera, que salió mal, o que fue abandonada con el hijo en brazos. 

Tres meses después de la llegada de Sagrario al pueblo, aparecieron dos señores buscándola a ella y a su bebé. Llevaban una foto donde se observaba a Pedrito de seis meses, cargado por una mujer vestida con elegancia y Sagrario a su lado con una bolsa grande tipo pañalera en la mano.

Los dos desconocidos preguntaron a cada habitante que se encontraban a su paso si conocían a Sagrario. Todos señalaban la casa donde vivía con sus padres. Cuando llegaron a su domicilio, tocaron insistentemente…

Ella misma abrió la puerta.  Uno de los desconocidos sacó la foto de la bolsa de su camisa. Al cotejarla con el rostro de  Sagrario, asiente y confirmó que era la misma persona. Enseguida, le preguntó: ¿Dónde está el niño?  Luego dijeron los dos al unísono: ¡Queda detenida!

Los padres al oír los gritos y el forcejeo en la puerta, salieron a defenderla, gritándoles que cómo se atrevían a llevársela detenida. Y para colmo quitarle a Pedrito, al hermoso niño que era el vivo retrato de su madre, ¿Qué más quieren de esta pobre y desdichada mujer, si al niño “se lo regalaron”?


 

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