Carta a mi padre
Jueves 4 de febrero del 2021.
Querido
padre:
Te
escribo esta carta porque hace muchos años no te veo y deseo que sepas lo
importante que fuiste para mí. Yo, tu pequeña hija que nunca te olvido, deseo
decirte que dejaste en ella una semilla de fe, que sin tú saberlo germinó y me
hizo ser lo que ahora soy.
Gracias por ser mi padre, no se si lo deseaste, pero me
gusta pensar que así fue. Me dolió mucho que te fueras de mi vida, no entendía
lo que pasaba, solo tenía cinco años. Vi
a mi madre llorar por ti y escuchar de su boca que nos habías
“abandonado”. ¿Sabes algo?, aunque quise
sentir rencor por ti no lo consigo, a pesar de que mis hermanos aún siguen
dolidos por tu partida… Cuando pienso en ti, solo puedo recordar tu
inteligencia, amor y palabras lindas que me diste en la infancia y que, hasta
el día de hoy, me motivan a ser mejor cada día.
Hoy sé que nunca has
dejado de ser mi padre, pero también
fuiste, sin saberlo, mi mentor.
Aquellas noches en que llegabas del trabajo a nuestra casa humilde y llena de
pobreza, leías tu periódico; yo te admiraba tanto; o cuando me leías esa vieja
enciclopedia que teníamos en la mesita del fondo junto a la cama y me decías:
“cuando crezcas podrás aprender y entender lo que está escrito en estas
páginas”. O cuando tocabas la guitarra y
me enseñabas a cantar contigo… aún recuerdo tus
canciones y pienso en ti. Quizás no lo sabes, pero en el fondo de mi
ser llevo cada momento y sonrisa conmigo. Me gusta pensar que me parezco a ti.
Me gustaría verte nuevamente y quizás platicarte lo que he
vivido; que me explicaras porque no volviste. Quizás me animaría a decirte
personalmente que me has hecho falta. Sería genial que supieras cómo soy;
físicamente me parezco a mi mamá, pero en mi forma de ser creo que me parezco a
ti. Esto lo deduzco porque mi madre era muy tranquila, abnegada y callada ante
lo que no era justo o agradable para ella, y ese comportamiento lo observo en
mis hermanas. Yo soy la oveja negra de la familia; me divorcié y casé
nuevamente. He estudiado un poco a pesar de todas las circunstancias y me
siento muy feliz y satisfecha por ello. Tengo un hijo y él es mi gran
amor. Soy un poco rebelde y aunque me
cuesta trabajo manifiesto mi inconformidad cuando algo no me agrada. Me gusta
mucho sonreír y escuchar música…tal vez podríamos cantar juntos tú y yo, aunque
mi voz no sea la mejor.
No sé qué pasará cuando leas esta carta, me encantaría que
supieras lo que pienso. Aunque el tiempo y la distancia nos han hecho personas
diferentes a las que fuimos cuando decidiste irte, me encantaría decirte que no
te juzgo. Ahora soy esposa y madre, pero
también soy un ser humano que decidió un divorcio porque ya no era feliz con la
persona con la que estaba. Quizás tú tienes tu propia historia y me gustaría
saberla. A mí me haría mucho bien y tal vez a ti también. Si hoy muriera o tú partieras de
este mundo, desearía no irme sin decirte que fuiste un gran padre para mí; con
todos esos defectos de regañón, machista y rebelde, como yo. Pero el amor y
confianza en mí, los sueños y empoderamiento que sembraste en esa pequeña de
cinco años, están en la mujer que ahora soy…Muchas gracias por ello y por tu
existencia …Te bendigo y te abrazo con mucho amor hasta donde estés.
ATENTAMENTE.
Tu hija, Laura Resendiz Anastacio.
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