La cura



 Mónica Taffoya García

 

“[..]Y me niego categóricamente
A dejar de hablar”

Shirley Campbell

            Recordó cuando la vuelta al sol la llevó a la crisis existencial más inquietante. Entonces Xóchitl emprendió un viaje para recuperarse de aquel año tan agobiante: perdió a su pareja. Al mismo tiempo fue retirada de aquel curso que impartía todos los veranos; el presupuesto se asignó a situaciones más interesantes. Se preguntaba por qué nadie consideraba que fortalecer la autoestima era una cátedra indispensable para la vida. 

Tomó el camión que salió en punto de la medianoche. Miraba a través del vidrio sin poder detener sus ojos en algún punto. Todo pasaba tan rápido. Se le hizo un nudo. Al llegar, ya la esperaba ese oleaje –así lo creyó siempre- que se llevaría su pesar. Parada frente a la playa, echó a llorar, sin detener las inagotables ganas de gritar.

El rito comenzó. Su voz se quebrantó al dejar salir su copioso ahogo. 

Xóchitl se empapó de agua salada y habló fuerte:

—Yo soy la rosa de los vientos y mi brújula. Soy mi sol anaranjado. Soy el rubí y la amatista. Soy el viento en mi piel y la calidez. Soy sonrisa y lluvia en mis ojos. Soy toda entera: suave ola, otoño naranja; cada día, hoy, ayer y futuro. Soy el amor y el sobresalto. Soy la pequeña y la tregua para hacerme grande. Soy más que nunca y todo el tiempo. Soy conmigo lo que nunca habría sido: ¡¡¡Soy viva mujer de tierra...!!!


 

Comentarios

  1. Mónica excelente cuento. ¡Me encantó! La resiliencia está presente, muy motivador y lleno de esperanza. ¡Felicidades!

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    1. Hola, soy Carla Cejudo, una de las coordinadoras del taller. Gracias por leernos. Estoy de acuerdo contigo los cuentos que platican ritos son una oportunidad de recordar que podemos hacer los propios.

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