Amiga inesperada

Escuche decir a la entrada, que la construcción está orientada hacia el Este, por donde nace la luz al empezar el día. Algo me atrae hasta ahí. Llevo semanas pidiendo todos los días a Dios que me ayude a encontrar la cura para mi vista, ésta ha mermado rápidamente en un breve tiempo. Es la primera vez que entro en aquel lugar. El sonido de la fuente me conecta inmediatamente con el templo. Se respira paz en cada rincón; la armonía de las flores silvestres y el camino iluminado por veladoras me transportan a una quietud insondable, su aroma a copal es una invitación a mis sentidos, a dejarme fluir. Me hinco en los cojines dispuestos y elijo frente a la luz, orar, cada palabra brota con vehemencia y entrega, aunque en silencio. Cuando termino hago una pequeña inclinación de respeto y me dirijo afuera del recinto. Al límite de la puerta de cristal observo que afuera hay un jardín enorme de rosas color carmesí, el pais...