Con los cuatro

Sería un día normal. La sorpresa vino con los niños, sus tareas por hacer, la comida retrasada, interrupciones del móvil, la vecina, paquetería, el perro que decidió untarse una mascarilla corporal de lodo y entrar a la casa. Comenzaba a agobiarme. ─Tiiia men, men ¿Me pueles ablil la puelta? Unos ojos grandes, castaño obscuro y muy expresivos se asomaron por la entrada de la cocina. Me tomó con su mano y me llevó a la recamará de visitas. Por el resquicio de la puerta vi una sombra moverse y alcancé a escuchar un ¡sh! callando unas risas nerviosas. Abrí la puerta. La niña entró y saltó la voz de su hermana mayor. ─ ¡No Kya!¡No queremos jugar contigo! ─¡Es cierto Kya! No queremos. ─Contestaron los dos primos saliendo de su escondite. Pregunté qué pasaba. Contestaron todos a la vez. El tono alto me irritó. ¡Por Dios como me dolía la cabeza! Debí preguntar a uno por uno y por separado. Así como lo hacen en los interrogatorios al investigar casos de asesinatos. Volví a pr...