Al final es un principio


A decir verdad, todo se siente sereno en este día despejado. No sabía que lo había deseado así. Los rayos de sol me dejan ver claramente el camino que todos buscamos, muchas veces sin saberlo. Las flores, festejan en una armonía perfecta la sinfonía de la existencia. La extrema belleza de esos colores vívidos me penetra con un punzante dolor eterno. Reconozco a todos los presentes. Sus atavíos frescos, blancos y diáfanos dejan una estela de gran potencial en el ambiente. Sus rostros se alzan al cielo de vez en cuando recibiendo con libertad ese regalo incondicional que nos ha sido dado. No hay nadie que no sonría. Las miradas están atentas a todo y a nada. Intercambiando un leguaje colectivo. Intento descifrar, entender. Solo escucho vibraciones de lo que dejó mi experiencia. Con ligereza me acerco un poco más. Lo que parece un día de campo, tiene en la mesa mis platillos favoritos. Mi cuerpo no parece reaccionar al anhelo de esos sabores. Me cobija la calidez del instante que quisiera inmortalizar muy a pesar del desprendimiento inevitable y tangible de mí. El ritual de despedida es irreconocible.

    Sigo el ritmo de mi danza, me acerco al centro. Sentado a la cabeza, acaricio esa frente mía, puedo sentir la calma que me transmite. Me acuerdo de lo que fui y sé que no soy. La visión me es revelada. Con certeza sé que soy la llave a esa puerta única. Ahora sé que tengo el valor de ser yo y solo es el comienzo.

Isis Mendoza Torres


Comentarios

  1. ¿Desdoblamiento de personalidad, -mentalidad dividida-, proyección en imágenes que rememoran puntualmente posibles existencias pasadas o futuras, posibilidades de construcción o reconstrucción de nuestra relación con el mundo?

    Me parece que la interrupción del texto no es necesariamente el final de la narración.

    Tengo poco más que decir de este cuento. :-)

    ResponderBorrar
  2. Efectivamente en este caso el final es el principio del porvenir.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Zumbido en el vacío

Prioridades

La carta de San Valentín